jueves, 21 de abril de 2011

Desactivada web del instituto Plaza de la Cruz hasta nuevo aviso.

Debido a un error de seguridad en el server, un hacker tuvo acceso a el ordenador que controla la web del instituto, el Aula Virtual y todos los datos y tareas que en él se almacenan. Desafortunadamente, si disponías de un plazo para entregar o ver algo allí, no vas a poder hacerlo, ya que, para evitar robos de datos y demás cuestiones, se ha cerrado el servidor hasta que se asegure el server y se recuperen los datos. Mientras esto acontece, el blog de la Biblioteca y el resto de las webs externas al servidor del instituto son absolutamente funcionables y 0% hackeables (es que si hackean 'blogger' ya el hacker tendría mucha mala leche y demasiado tiempo libre).
Saludos y continúen mandando reseñas, recomendaciones textos, y sobre todo, leyendo.

domingo, 17 de abril de 2011

ANA MARÍA MATUTE

Ana María Matute nace en la Barcelona de 1926. Escribe su primera novela Pequeño Teatro a los 17 años de edad, pero no será publicada hasta once años más tarde tras ser galardonada con el premio Planeta en 1954. En 1949, escribe Luciérnagas que queda semifinalista del Premio Nadal, pero, sin embargo, no pudo ser publicada por la censura.
En 17 de noviembre de 1952, se casa con el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea y en 1954 nace su hijo Juan Pablo, al que le ha dedicado gran parte de sus obras infantiles. Se separan en 1963, pero, tal y como eran las leyes españolas, no tenía derecho a ver a su hijo después de la separación, pues su esposo obtuvo la tutela del niño. Este hecho le provocó problemas emocionales.
Fue galardonada con el premio Café Gijón por Fiesta al noroeste 1953 y con el premio de la Crítica y el Nacional de Literatura por Los hijos muertos (1958). En 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con la obra Sólo un pie descalzo y doce años más tarde, en 1996 es elegida académica de la Real Academia Española de la Lengua donde ocupa el asiento K y se convierte así en la tercera mujer aceptada dentro de ésta en los últimos trescientos años. En 2007 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas al conjunto de su labor literaria.
Retorna al mundo literario en 2008, tras ocho años de silencio con su novela Paraíso inhabitado.
En noviembre de 2010 se le concede el Premio Cervantes, que le será entregado el próximo 23 de abril.
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/matute/bio.htm


Nací cuando mis padres ya no se querían. Cristina, mi hermana mayor, era por entonces una jovencita displicente, cuya sola mirada me hacía culpable de alguna misteriosa ofensa hacia su persona, que nunca conseguí descifrar. En cuanto a mis hermano Jerónimo y Fabián, gemelos llenos de acné, no me hacían el menor caso. De modo que los primeros años de mi vida fueron bastante solitarios.
Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo y enigmático.
Nunca supe por qué razón el Unicornio había intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrigó, y aun me atemorizó un poco. Por aquellos días yo no debía tener más de cinco años ¬–quizá solo cuatro–, pero ese recuerdo tiene un lugar relevante entre los primeros de mi vida.

domingo, 10 de abril de 2011

CÉSAR VALLEJO


César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, pueblo de una zona andina de Perú, en el seno de una familia con raíces españolas e indígenas. César fue el menor de once hermanos.
Sus padres querían dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de muy buena gana; de ahí que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros versos. Estudia en la Universidad de Trujillo,
En Lima aparece su primer libro, Los heraldos negros (impreso en 1918), uno de los más representativos ejemplos del posmodernismo. En 1920 hace una visita a su pueblo natal, donde se ve envuelto en unos disturbios que lo llevarán a la cárcel por unos tres meses; esta experiencia tendrá gran influencia en su vida y obra, y se refleja de modo muy directo en varios poemas de su siguiente libro, Trilce (1922)
Al año siguiente parte para París, donde permanecerá hasta el fin de sus días. Los años parisinos fueron de extrema pobreza y de intenso sufrimiento físico y moral. Toda la obra poética escrita en París aparecería póstumamente en esa ciudad con el título Poemas humanos (1939).
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, colabora con mucho fervor en la fundación del “Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española” y de su vocero, el boletín Nueva España.
A inicios de 1938 se encuentra trabajando en París como profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico. El día 24 de marzo es internado por una enfermedad desconocida. Fallece un 15 de abril de 1938.

LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

LOS DADOS ETERNOS
Dios mío, estoy llorando el sér que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios míos, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

ESPAÑA, APARTA DE MI ESTE CÁLIZ
Niños del mundo,
si cae España -digo, es un decir-
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!

Si cae -digo, es un decir- si cae
España, de la tierra para abajo,
niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!

Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que esta
con su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera hablando y habla y habla,
la calavera, aquélla de la trenza,
la calavera, aquélla de la vida!

¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aún
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!...

sábado, 2 de abril de 2011

JOSÉ HIERRO


José Hierro del Real nació en la ciudad de Madrid el 3 de abril de 1922, aunque gran parte de su vida transcurrió en Cantabria. Allí inició la carrera de perito industrial, que se vio obligado a interrumpir en 1936. Al finalizar la guerra, fue detenido y procesado por pertenecer a una «organización de ayuda a los presos políticos» e ingresó en prisión, donde desarrolló una intensa actividad literaria. Salió de la cárcel en enero de 1944. Tras vivir en Valencia y, nuevamente, en Cantabria, se trasladó a Madrid donde comenzó a trabajar en el CSIC y colaboró en diversas revistas de información y en Radio Exterior de España y Radio 3; posteriormente, se incorporó a Radio Nacional de España, en donde permaneció hasta su jubilación, en 1987.
Obtuvo diversos premios: En 1981 el “Príncipe de Asturias”, el “Reina Sofía de poesía Iberoamericana” llegó en 1995, y tres años después, el “Cervantes”. En 1995 fue declarado Doctor Honoris Causa de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo.
En 1999 integró la Real Academia Española, año en que recibió el Premio Europeo de Literatura “Aristeión” y el “Ojo Crítico”, pero poco después sufrió un infarto,y falleci el 21 de diciembre de 2002.

NOCHE
Salió desnuda el alma
a quemarse en la hoguera.
¡Qué claras dan la sombra
las estrellas!
Se enredaba la noche
azul, entre las piernas.
Ocultas en los chopos
bailaban las doncellas.
¡Qué anunciación, qué víspera
de deshojar las nieblas
de dos en dos. Las brisas
de tres en tres!
Estrellas,
¡Qué claras dan la sombra
las estrellas!
De "Prehistoria literaria" 1936-1944

LAS NUBES
Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, mirando a las nubes,
huellas que se llevó el viento.
Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.
Nubes que eran ritmo, canto
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,
palmas de mármol, criaturas
girando al compás del tiempo,
imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.
Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?
(De Cuanto sé de mí, 1957-1959)

PECIOS DE SOMBRA
Hablaban con bocas de sombra,
susurraban sucesos mágicos,
historias de herrumbre y de musgo
(no sabían que estaban muertos,
y yo no quería apenarlos).
Fui reconstruyendo sonidos
que en el sueño significaban
para interpretarlos despierto
y atribuirlos a unos labios.
(Quería conocer el nombre
de quienes me hablaban en sueños:
la rosa no olería igual
si su nombre no .fuese rosa.)
Rescaté, lúcido y sonámbulo,
los vestigios que la marea
llevó a mi playa de despierto;
con ellos construiría un puente
desde el soñar hasta el velar:
así tendrían consistencia
las palabras impronunciables
que yo escuché cuando dormía,
fantasmal materia de sueño.
De "Cuaderno de Nueva York" 1998