viernes, 18 de febrero de 2011

Fragmento de la semana - Eloísa está debajo de un almendro - Enrique Jardiel Poncela

Hoy, día 18 de febrero, se cumple el 59 aniversario del fallecimiento de Enrique Jardiel Poncela.
(...)
(Durante estos diálogos, el Dormido de la butaca 13 ha ido deslizándose y cayendo poco a poco hacia su derecha, de tal
modo que en este momento se halla materialmente derrumbado sobre el Joven 1.°, el cual soporta su peso con resignación. El
Botones se va por el foro.)
JOVEN 2.°—(Al Joven 1.°) ¿Salimos a fumar un pito?
JOVEN 1.°—¿Ties mucho interés en que salga yo?
JOVEN 2.°—Pchs... Mucho, lo que se dice mucho...
JOVEN 1.°—Pues entonces vete tú solo, porque si me levanto, se va a caer al suelo aquí... (Señala con un gesto al Dormido.) Y se va a romper las narices.
JOVEN 2.°—Pues que se las rompa... ¡Vamos, chico! Encima que te ha tomado a ti de almohadón...
JOVEN 1.°—Hombre, es que...
JOVEN 2.°—¡Ni hombre ni na! Dale ya un lique y quítatelo de encima.
JOVEN 1.°—No me parece bien...
JOVEN 2.°—Pero ¿cómo que no te parece bien? Pues no te has vuelto tú poco delicao...
JOVEN 1.°—Es que es mi padre.
JOVEN 2.°—¡Arrea! No lo sabía. Entonces, claro... (Quedan hablando aparte.)
SEÑORA.—Es lo que yo digo: que hay gente muy mala por el mundo...
AMIGO.—Muy mala, señora Gregoria.
SEÑORA.—Y que a perro flaco to son pulgas.
AMIGO.—También.
MARIDO.—Pero, al fin y al cabo, no hay mal que cien años dure, ¿no cree usted?
AMIGO.—Eso, desde luego. Como que después de un día viene otro, y Dios aprieta, pero no ahoga.
MARIDO.—¡Ahí le duele! Claro que agua pasá no mueve molino, pero yo me asocié con el Melecio por aquello de que más ven cuatro ojos que dos y porque lo que uno no piensa al otro se le ocurre. Pero de casta le viene al galgo el ser rabilargo; el padre de Melecio siempre ha sido de los que quítate tu pa ponerme yo, y de tal palo tal astilla, y genio y figura hasta la sepultura. Total: que el tal Melecio empezó a asomar la oreja, y yo a darme cuenta, porque por el humo se sabe dónde está el fuego.
AMIGO.—Que lo que ca uno vale a la cara le sale.
SEÑORA.—Y que antes se pilla a un embustero que a un cojo.
MARIDO.—Eso es. Y como no hay que olvidar que de fuera vendrá quien de casa te echará, yo me dije, digo: «Hasta aquí hemos llegao; se acabó lo que se daba; tanto va el cántaro a la fuente, que al fin se rompe; ca uno en su casa y Dios en la de tos; y a mal tiempo buena cara, y pa luego es tarde, que reirá mejor el que ría el último».
SEÑORA.—Y los malos ratos, pasarlos pronto.
MARIDO.—¡Cabal! Conque le abordé al Melecio, porque los hombres hablando se entienden, y le
dije: «Las cosas claras y el chocolate espeso: esto pasa de castaño oscuro, así que cruz y raya, y tú por un lao y yo por otro; ahí te quedas, mundo amargo, y si te he visto, no me acuerdo». Y ¿qué le parece que hizo él?
AMIGO.—¿El qué?
MARIDO.—Pues contestarme con un refrán.
AMIGO.—¿Que le contestó a usté con un refrán?
MARIDO.—(Indignado.) ¡Con un refrán!
SEÑORA.—(Más indignada aún.) ¡Con un refrán, señor Eloy!
AMIGO.—¡Ay, qué tío más cínico!
MARIDO.—¿Qué le parece?
SEÑORA.—¿Será sinvergüenza?
AMIGO.—¡Hombre, ese tío es un canalla, capaz de to! (Siguen hablando aparte.)
MUCHACHA 2.°—(A la Muchacha 1.°) Pues di que has encontrao una perla blanca, chica...
MUCHACHA 1.°—La verdá...; no es oro to lo que reluce, ¿sabes? Tie un defezto muy feo.
MUCHACHA 2.°—Mujer, algún defezto había de tener el hombre. ¿Y qué le ocurre?
MUCHACHA 1.°—Que es de lo más sucio y de lo más desastrao.
MUCHACHA 2.°—Bueno; pero eso con paciencia y asperón...
MUCHACHA 1.°—Tratándose de Felipe, no basta. Porque tú no te pues formar una idea de lo
cochinísimo que es. En los últimos Carnavales, pa disfrazarse, se puso un cuello limpio y no le conoció nadie.
MUCHACHA 2.°—¡Qué barbaridad! (Siguen hablando aparte.)
JOVEN 2.°—(Al Joven 1.°) Pues, hombre, levántate con tiento, sube el brazo de la butaca y pon a tu padre apaisao.
JOVEN 1.°—Oye: me has dao una idea... (Se levanta procurando no despertar al Dormido, sube el brazo intermedio de la butaca y tumba en los dos asientos al Dormido.) Así, apaisao, tan ricamente.
JOVEN 2.°—¿No lo ves? (Dándole un cigarrillo y quedándose él con otro.) Y ahora, nosotros, a echar humo. Toma. (Van ambos hacia la puerta del foro, donde encienden los cigarrillos.)
(...)

Eloísa está debajo de un almendro - Obra disponible en la biblioteca

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